domingo, 10 de julio de 2022


 

Los mocos de Adelita, una permanente gritería y un embarque al Cesar… ¿Cuánta tragedia suelta?



Aún no alcanzó a ver los primeros rayos del sol y ya estoy pensando en él, en mí Cesar. Lo imagino buscándome sobre las grandes alas de las guacamayas, que surcan los aires con sus piruetas veloces, festoneadas de mar y monte en sus largas plumas. La algarabía es por doquier y yo me devano en un perenne: Me quiere o no; intentando que la niña aprenda a utilizar el papel higiénico o un mustio pañuelo en esa nariz de volcán de mocos. Les he dicho que, seguramente, está infante está enferma y que es menester un estudio científico de los mocos de Adelita. Tanto moco verde perico, a toda hora, no es normal. Pero, qué les puedo decir?; yo no soy la madre, yo soy sólo una modesta sirvienta en este hogar de pobretones, engreídos y flojos.

   Ya voyyyyyyy; respondo con la garganta reseca de oír tanto grito.

Y es que estos mutilados mentales no logran rematar ninguna tarea sin que yo me meta, opine o simplemente, lo haga yo. Son descerebrados, enanos intelectuales. No me explico cómo tienen esos grandes títulos universitarios pegados en la pared. Se muestran como un adorno polvoriento y mugroso que caduca con los años, como los yogures fuera de las neveras. Pero les he advertido, a ambos, a la Susana y al drogadicto, alienígena del Liliano, nombre estúpido, para un estúpido; que a la falta de una quincena más, me mudo. Me largo de este apartamento marginal para siempre, jamás y me alejare con placer de este bloque esperpéntico, lleno de viejos y muchachos drogadictos.


De pronto, el pitico de la suerte, la vida y el amor tuu, tu, t. Es Cesar, mi enfermero del amor. Cuantas noches cocinando nuestro encuentro entre  los mensajes del wasap y del teléfono, acompasados por una buena copa de vino… Divinura lejana! Y no pretenderá Susana, a cuenta que ella es una borracha tropical, que yo disfruté mis orgasmos mentales a la luz de unos morroñosos rones andinos. De esos potingues y brebajes que inventan con alcohol de hospital y montes de quebradas y caminos por esos montes lejanos. Ésos, licores baratos, lava gallo, como dice la borracha de planta baja; que más sirven para hacer fricciones a las rodillas artríticas de las viejas de la Junta de Condominio o curar las heridas y laceraciones de la niña cuando llega del colegio, que un deleite para el paladar y el cuerpo. Ni se imaginen. Yo, tomo vino… y del bueno, del viejo, del de diez años para arriba. Con mi copita consumo mi amor extra parque, extra rio Guaire con mi Cesar, que allá, en la lejana playa de Macuto me espera. Pero….reflexiono, el traje de baño, la toalla, el bronceador??… No puedo llegar como una monja, cerrada, tapada. Necesito un tanga que lo excite y le muestre mis carnes apretaditas y vírgenes… Bueno, quizás algo usadas… pero soy mentalmente virgen.


Dios, Santo Cristo, pero si estoy o, más bien me siento, como un bollo de navidad. Estoy gorda y celulítica, he perdido la figura, como la gorda del 32.

 Corro…, o digo yo…, vuelo por los adoquinados pasillos de este mugriento callejón. Llego, entro al cuarto color fresita, con cortinas de Hello Kitty de la niña, empujo los cochecitos doblados debajo de la cama, meto la cabeza hasta el final del gavetero y…; finalmente, ¡albricias! logro mi cometido. Entonces, la tomo con las dos manos, la acaricio con reverenda pasión, como amansando su veredicto, como pidiéndole misericordia. Luego la miro de frente y trato de acariciarla tiernamente, al tiempo que retiro su estela polvorienta de su pisapies. Me excita saber que ya entraremos en contacto. Un soponcio  momentáneo impulsa unas arcadas débiles y avinagradas que se sueltan hasta mi garganta…, pero…, retomo mi paso soldadesco ante ella y sigo adelante para lograr mi objetivo.

Sin miedo; me repito silente que yo sí puedome digo para mis adentro  varias veces. Que todo saldrá bien. Entonces, me agacho con parsimonia, teniéndola entre mis manos y tiernamente la coloco en el suelo. Se la ve majestuosa, aireada… poderosa. De tanta excitación y con la sensación del


café caliente recorriendo mi cuerpo me inclino sobre ella para analizar su condición. La  garganta se me reseca frente a un veredicto definitivo. Finalmente ella está allí, segura, para decirme todas las verdades. Dudo, la miro de reojo y doy una vuelta para ver a la niña que insiste en comerse los mocos de relleno de las galletas vainilla que le serví para la merienda. Le hablo con voz suave, retirándole el costal de mocos de la cara y logro una suerte de negociación entre ambas: Yo no le doy más arepa tostada, ella no se come más los mocos... ¡Gran Final! Entonces, regreso impávida y ella sigue allí, escéptica; como una juez lista para dar el gran veredicto, con objetividad y certeza. Sin más prolegómenos y tomando una inmensa bocanada de aire olorosa a pino y a harina frita, resulta de las arepas que hay en el fogón, me monto en la báscula de la verdad…

Cómo me entrego a Cesar sin saber si todas mis carnes están bien puestas?? A mí no me interesa lo que


dice la Teresa, la del quinto piso. Su despotricamiento contra todos los machos del planeta es pura frustración de frígida atormentada ¡No y no!. Yo, si sueño que las manos grandes, blancas de arriero nuevo de mi Cesar, jugueteen con mis pezones, mi vientre y  el resto del cuerpo. Hoy, si pasará…;  hoy es el día del amor.

Otra vez, me gritan desde la cocina como si fuese una vaca vieja. No me dejan leer el mensaje de Cesar. Llega Susana despavorida, que la niña destrozó la licuadora con su cabeza y que tiene una herida de más de diez centímetros. Ella llora y hace ademanes para desmayarse. Suena otro pitico del móvil, Pit, Pit, Pit. Cesar me sigue escribiendo…, siento su amor a través de los transistores, de las ondas telefónicas no encendidas, del aire mismo. Susana me grita que abandone a Cesar y la siga a ella, y que Deja ese cochino teléfono. Me desconcentro, porque la niña llega bañada en sangre. Parece uno de esos monstruos que salen en las malas pelicular de terror de la tele la noche de los viernes. El tiempo pasa haciéndome presa de una frustración amorosa, sexual, sensual, erótica…

Horas después…

Aquí estoy en la emergencia del hospital. A la niña le dieron más puntos que a un zurcido de marcas finas. Es de madrugada… la enfermera sale y dice que la niña quedara fea, pero viva y bien. Bueno … ya era un poco feona… ¿quizás? una cicatriz la vuelva un poco más llamativa e interesante???. Todos salen del salón y yo voy al baño… Allí me siento en la poceta y miro el móvil. Con miedo leo a Cesar. Mensaje de las dos y cuarenta de la tarde: Mi negrita te estoy esperando con cálido deseo y mucho amor…, apúrate… Tu Cesar.



lunes, 27 de junio de 2022

Presentación para Mi Taller de Literatura de #RelatosCortos

 


Dedicado a todos los que rompen el miedo de la crítica y la falta de tiempo y dan curso a al reto de escribir y regalar una historia

Suena el pito espeluznante de las cinco y media de la madrugada que, diariamente, me rescata de los brazos de Morfeo (1). El sol se alza punzante sobre y por entre el grueso vitral del balcón. Tatiana ya está vestida con el uniforme azul y exhibe sus alitas doradas en pecho y hombros, mientras corre detrás de mí con el platico de atún gritando que llegó la hora de la alegría con la pescadilla. ¡Se ve muy linda mi ama…, más bien… ¡ES! muy linda; y de  buen corazón, pues, hay humanos que no tienen buenos sentimientos! Ella es militar de Venezuela, aviadora y amante de los animales… Bueno la verdad es que ella…, ella es mía, lo que pasa es que a veces siento que la pobre no lo sabe bien. Hay muchas cosas que ella ignora de los gatos y de los humanos.


De pronto, otro timbre…, ring, ring. Es la puerta principal de nuestros apartamentos que al abrirse da paso a la vecina. Se trata de la profesora Victoria Arrecife que vive en nuestro frente, adicta a varias cosas, entre ellas: gatos, café, libros, películas de acción, flores, plantas y a la literatura recia. Siempre escucho como suenan los golpecitos de sus dedos sobre las teclitas de la computadora, durante todas las madrugadas, de todos los días. La mujer es escritora, ¿debe ser porque le gusta escribir?. Tiene una gran cantidad de libros por todas partes y cuando ella se distrae yo marco mi territorio orinándole las esquinas y los libros de los estantes más bajos que se sueltan debajo de mis patas traseras. Ella, sabiamente declara que:   Biblioteca que no huela a un poco de pipi de gato no es una biblioteca seria, pues, seguro sufre de plagas de ratones y otras pestes, alega en tono de gladiador.

 A Victoria le gusta la noche tanto como a mí y cuando se asoma al balcón yo siempre la visito. Es nuestro secreto encontrarnos en las noches oscuras y frías, pues, ella nunca me ha delatado con Tatiana la aviadora. A veces la escucho hablar y cruzo el balcón para enterarme bien de sus corrillos. Yo soy negro y curioso a la vez, como todo gato noctambulo. Si ella habla seriamente, ¡cuidado!, está dando clase; pero si se ríe, ¡fiestaaaa!, está conversando con alguien serenamente. Ya le conozco sus trucos locucionales a la escritorcita ésta. Ella es docente desde los tiempos en que Matusalén se quedó en Barlovento. Me imagino que éso pasó hace más de 30 años humanos.

Mi ama Tatiana y ella son muy amigas y se visitan a diario. Bueno cuando la Tatiana está en tierra, pues parece un pájaro de los aires. Ambas humanas se reúnen mucho y fue en esas conversaciones con la profesora Victoria que me enteré sobre algunos detalles del mundo de la aeronáutica. Por ejemplo, supe que el primer humano que transportó un avión a Venezuela fue un tal Frank Boland, en 1912, invitado por un tal Román Delgado Chalbaud, quien fuese el presidente de la república. UYUYUI.

Además, logre escuchar que un tal Orville, Norteamericano, realizó el primer vuelo del mundo por allá en 1903, en una nave de nombre Wright Flyer; pero que el vuelo sólo duró doce segundos y recorrió únicamente treinta y seis metros. Allí, nació la industria aeronáutica y la conquista de los cielos en el mundo. Entonces, me lanzo de espaldas y doy rienda suelta a mi imaginación gatuna. Idéntico a la profesora cuando escribe sus cuentos y novelas. Me han dicho que son más de cien cuentos y una sola novela que se llama “El cántaro de los espíritus y cuéntamelo todo”, je je…;  que título tan cómico el de la novela. Seguro que es una comedia entre humanos, gatos y fantasmas.

Así, me acurruco al lado de la profesora Victoria Arrecife y sin explicación salimos volando por encima


de los aires, juntos en un avión F16, igual al que exhibe una foto de la Tatiana. Entonces, una presión araña mis oídos y me agarro con todas mis uñas a su cuerpo tenso de piloto novata. Yo no sabía que la Doctorcita ésta también piloteaba aviones de guerra. Sólo creía que era antropóloga, con maestría y demás hiervas académicas. Pero, ¿piloto de aviones de guerra?; que va, éso no es juego, son actos para gente valiente y combativa, capaces de dar la vida por la seguridad de las demás personas.


De pronto, la aeronave desacelera, gira en el aire y se detiene en medio de una gran nube blanca y algodonada. En segundos comienza su aterrador descenso y no tenemos paracaídas. A lo lejos el avión explota y unas luces de bengala recaen sobre nosotros. Entonces, mientras siento que muero acercándome a la tierra, el bajón es indetenible y me voy desmayando. Ya llego abajo… ¡Voy a morirrrrr…! Y suaz…, despierto. Que angustia y que mal sueño. Me voy…, nunca más les escucharé sus cuentos de viajes aéreos a la aviadora y su amigota…, me van a matar de un infarto…, mejor me limpio mi rabo largo y peludo, pero bien en tierra.

 

 

(1)   Dios del Sueño. En la mitología griega, Morfeo (en griego antiguo Μορφεύς, de μορφή morphê, 'forma') es el dios de los sueños, hijo de la personificación del sueño (Hipnos), y encargado de llevar sueños a reyes y emperadores.

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Reto literario para los que desean la práctica de una buena narrativa

   

Reto literario para los que desean la práctica de una buena narrativa

Los invito a mantener una narrativa de calidad, tanto en tus escritos, como en tu empresa a través de la práctica sostenida con este bonito Robot de cuerda...



Escribir te permite:

1. Facilitar la argumentación.
2. Es saludable pues ejercitas la mente.
3. El que escribe lee lo cual es buenissimo para la vida.
4. Libera tu mente de odios y malas energias. Las historias más intensas devienen de sentimientos muy intensos.
5. Escribir es vital para los dedos impide la artritis.


Después seguimos y 


CRUENTUS

 

CRUENTUS

Por: Johana Padrón

Relato elaborado en el marco del Taller de Literatura Creativa 
del Instituto Nacional de Canalizaciones 2021



Son las 6:00 de la mañana y suena a todo pulmón el xilófono, tilín tilín a través de la radio antigua, que se encuentra en una esquina de la mesa de madera, en la cocina de la casa. Tilín tilín, anunciando que el noticiero Radio Rumbos había comenzado, con su característico lenguaje coloquial, muy pintoresco, anunciaba las noticias relevantes del día; al unísono rechinaban los barrotes de metal de la escalera de la casa, producto del golpe que les infringía una niña de 6 años, quién trataba de emular el tilín tilín, y que repetía cual lorito, Notirumbo informa; así de lunes a viernes, ese era su despertar cada mañana durante las vacaciones escolares, en aquella ciudad andina.

     Un día hubo un pequeño pero significativo cambio con esa rutina, la abuela se quedó dormida, eran las 7:00 am. No sonaba la radio, la niña desesperada por el aburrimiento, busco una tiza en el baúl de su abuela y se fue al patio de la casa, dibujo un avión de tiza en el piso y se propuso a jugar el popular pisé, ella saltaba de un lado al otro, contenta, intentó volver a saltar  y observó que los números habían desaparecido, eran letras, la niña leyó con terror Cruentus vocablo en latín que traduce en castellano: Sangrientos… y cómo si fuera un eclipse lunar total, el sol se volvió de medianoche, el cielo se tiño de rojo, pudiéndose observar la luna de sangre.

     La impresión que sufrió la niña fue tan grande que se desvaneció sobre aquel manto de tiza… segundos más tarde un olor pestilente y putrefacto la despierta, hace frio, mucho frio siente que su saliva es gruesa, gélida, que sus piernas no son de carne y hueso, son de osmio, tan pesadas, tanto que le cuesta dar el paso. El paisaje es lúgubre, tenebroso, mucha gente pasa a su lado, pero no la perciben, es una procesión, las personas murmuran, es cómo si rezarán, eso parece, pero sin entender cómo, entiende lo que dicen, ellos hablan en latín, una lengua muerta. La niña reconoce el lugar, lo ha visto, lo vio, en una postal en el famoso baúl de su abuela. Aquileia, una antigua ciudad romana, al norte de Italia, en el mar adriático al borde de las lagunas, la postal tenía una imagen, un pueblo bonito lleno de árboles altos como pinos inmensos eran Cipreses, decía Aquileia Patrimonio de Humanidad, Unesco, y por el otro lado, manuscrito : “Miseriis Humanis”. Cruentus.

     La niña estaba en Aquileia, el frio la hacía chasquear sus dientes aun de leche, sus manos temblorosas, sus ojos impávidos, sólo observaban, ella seguía caminando cómo parte de la procesión. Como si fuera una letanía las personas repetían: Miseriis Humanis, Mors Ultima Linea rerum est. Morituri te salutant. (Miserias Humanas, la muerte es el final de todas las cosas, los que van a morir te saludan). La niña temblorosa recorría las ruinas de la ciudad, pasaba entre las personas que repetían y repetían esas frases, eran cómo cánticos religiosos. A medida que avanzaba se sumergía en la penumbra, en la oscuridad del bosque, su olfato comenzó a percibir un olor a naranja y limón, era bergamota, una flor italiana, pero ese olor se mezclaba con un fuerte olor metálico, que no lograba descifrar hasta que una escena escatológica se develo en su camino, era un cuadro dantesco, decenas de cuerpos mutilados, masacrados, desmembrados, yacían a cada lado de la trocha del bosque, todos postrados bajo la luz de la luna de sangre, todos tenían letreros manuscritos en latín, con una leyenda:  Narcissism… (Narcisismo), Actor, nacido en cáncer, adonis, mujeriego, soltero, infiel. Él morirá por su Narcisismo. Condenado a una muerte con vitriolo… el vitriolo es un sulfato, que lo utilizaban para hacer que la tinta de las plumas se fijara al papiro o al papel… y al tener esa tinta componentes altamente venenosos, los grandes “caballeros” invitando a su enemigo, lo solían poner en una copa de vino tinto y sin violencia alguna, sin lucha aparente y pactando paz ante el tañido del choque de sus copas, después del primer sorbo, disfrutaban ver retorcerse en una muerte casi instantánea, a su opositor.

Invidia… (Envidia), Político, nacido en Géminis. Condenado a una muerte por desollamiento, consistía en remover cada milímetro de piel de la persona. De una manera muy lenta, siendo una muerte sanguinaria y extremadamente dolorosa.

Eran cuerpos y más cuerpos, letreros y letreros, miserias humanas, sacrificios, castigos, descripciones de pecados, y sus condenas a muertes, en la hoguera: encendidos en fuego con vida hasta que sus carnes se incineraran y se volvieran cenizas, polvo eres, polvo te convertirás; lanzados a las bestias: en una lucha mortífera, sin escapatoria contra los leones despiadados, hasta ser desmembrados y devorados. En la rueda: amarrados a una rueda de piedra giratoria, mientras un verdugo les infringía golpes certeros a su cuerpo, quebrando cada hueso, hasta que por fin la muerte se apiadará del pecador, otorgándole el último aliento.

Los cuerpos adornaban el camino de tierra, como si fueran troncos provenientes del territorio de Hades, el Inframundo.

La niña cuyo paso era el de un autómata, comenzó a balbucear en un perfecto latín: Pater Noster, qui es in Caelis, sanctificetur nomen tuum adveniat regnum tuum fiat voluntas tua...pero su rezo se enmudeció cuando frente a sus ojos vio tres astas de madera, tan altas que parecían acariciar la luna de sangre. De cada asta pendía una persona, eran tres sentenciados a muerte.

En la primera asta, una mujer de tez morena, estatura alta, esbelta, muy atractiva. Su vestimenta denotaba que descendía de un alto linaje. En sus pies estaba clavado el fatídico letrero, que al traducirlo al castellano decía: abogada, nacida en escorpión, impulsiva, temperamental, soltera, dueña de la verdad. Ella morirá por su Terquedad. Condenada a morir bajo la gota china. Pena de muerte, que consistía en inmovilizar a una persona en decúbito supino —tumbado boca arriba—, de modo que le cayera sobre la frente, una gota de agua fría cada cinco segundos. ​ Tortura que produce un dolor físico lacerante y enajena mentalmente a la persona, hasta causar su muerte.

En la segunda asta, una mujer de tez blanca, estatura baja, escéptica, realista, de una belleza relativa, contextura media. En sus pies no podía faltar su letrero: economista, casada, madre de tres hijos, dudaba de todo y de todos. Nacida en Tauro. Ella morirá por su desconfianza. Condenada a morir en la horca, una soga se amarrara al cuello de la persona, haciendo suspender su cuerpo hasta el estrangulamiento, cuando la asfixia no permita la llegada del oxígeno al cerebro.

En la tercera, un hombre de tez morena, cabello corto muy crespo, poco agraciado físicamente, soñador, inteligente, contextura delgada. En su letrero se leía: atleta elite, lo fueron a robar y le dieron un tiro, lo cual lo dejo lesionado de por vida, profesor de educación física, padre de cuatro hijos, no ha tenido suerte en la vida. Él morirá por su rencor. Condenado a morir por lapidación: la persona será amarrada, cubierta con un manto y una multitud a su alrededor le lanzará piedras, hasta que uno de los golpes que le infrinjan sea mortal.

La niña estaba petrificada, su lengua le ardía, su saliva tenía un sabor metálico, era sangre, su boca se llenaba de sangre, los ojos casi sin vida de la niña comienzan a llorar, lágrimas rojas, lágrimas de sangre, la niña casi sin voz, repite la frase que la multitud a su lado coreaba como un canto sagrado, un canto mortal: " Morituri te salutant".. Los que van a morir te saludan... El aliento de la niña se desvanece, el oxígeno comienza a faltarle, la niña se arrodilla en su charco de sangre, de frente a los tres condenados a morir y dice: soy yo, yo estoy muriendo, ustedes son mis miserias humanas, la terquedad, la desconfianza y el rencor...los que van a morir te saludan...

La niña despierta de un sueño profundo, cómo si hubiese estado en un coma inducido, abre sus ojos, y está acostada en el patio de la casa de su abuela, arriba del manto de tiza, del juego de pisé con los números escritos. Su abuelita acaricia su rostro y preocupada le pregunta: " ¿Rosaly, estás bien?, te encontré aquí, desmayada"... La niña responde: si abuelita, solo fue una terrible pesadilla, ya pasó.

La niña toma la mano de su abuela y la acompaña a la habitación. La abuela le dice: Querida nieta, cuando tengas edad ve a este hermoso pueblo, es una ciudad italiana se llama Aquileia...

La niña aterrorizada observa la postal en la mano de su abuela, es la imagen de Aquileia, y por la parte posterior se lee: " Miseriis Humanis". Cruentus...

 FIN

 Johanna Padrón

 


 

 

domingo, 29 de agosto de 2021

LOLA LLAMA A RAÚL



LOLA  LLAMA  A  RAÚL

Autora: Norma Cecilia Acosta Manzanares


La gata Lola todas las mañanas ronroneaba en la puerta de la habitación de su amo. Éste, se levantaba y lo primero que hacía era abrazarla, luego la llevaba a la esquina del pasillo, le daba su caviar favorito, bolitas de atún que sacaba de una bolsita morada que decia: "comida para gatos". Lola en su festín nunca llegó a invocar a Raúl. Y mientras su dueño tomaba una ducha, caso seguido, evocaba un grito de súplica desde el baño... ¡ Dios, brrr, que fría está el agua! Con los dientes rechinando y envuelto en un paño, camina hacia la cocina disponiendo de una taza de café, es entonces cuando mira a su gata y le pregunta: 

- ¿Lola desde cuando no llamas a Raúl?-.

Lola lo mira fijamente presintiendo su baño. Su dueño la toma entre sus brazos y ella, asustada le clava las uñas y comienza un legado de largos maullidos. Lola ya en la bañera comienza a llamar a Raúl con desesperación. Luego, de ese episodio, no queda duda que Raúl es el nombre que Lola le da al Dios de los gatos. De esta forma correlona y apresurada por los avatares, tanto Lola, como humanos, apelan al magnanimo, en esos terribles casos, cargados de innumerables cambios bruscos, y es cuando  recordamos su magnanima existencia.



lunes, 9 de agosto de 2021

Soy Presidenta (El diario de una sirvienta) Entrega II

 

 Soy Presidenta

Me baño, visto y emperifollo lo más bonita que puedo. Finalmente mi encuentro amatorio está cerca y voy hacia mi destino sexual con Cesar, en el Parque Central…, he esperado toda la semana por este regalo. Mi corazón late aceleradamente como locomotora vieja. ¿Qué dulcitos sabrosos me llevará mi querido Romeo el día de hoy para nuestro lúdico y mojado encuentro?.... Que espero que; ¡finalmente, por fin!, sea muy mojado.

¿Quizá? esta vez no me regala dulces, como en el último encuentro. El día que nos citamos en el cafetín del centro me dijo que yo estaba un poquito rellenita… ¡Claro, con la comedera de tanta arepa, pan y carbohidratos en esta casa de gentuza clase media venidos a pobres, se me deforman las caderas con la inmensa ingesta de arepas a toda hora. Pero lo triste y lo cruel del clásico y repetitivo plato gastronómico, ¡porque las arepas son un clásico alimenticio en Venezuela!, es que últimamente la confección responde a unas harinas baratas, de esas diseñadas para los paladares menesterosos de los más pobres…, ¡los pobres no tienen tiempo de cataduras y exquisiteces gastronomicas!, Los pobres sólo reciben harinas hechas como para porcinos de engorde. Con esta alimentación de arepas, mis curvilíneas carnes de concurso se perderán entre la masa de una celulitis espesa y maloliente, acompañadas de unos rollos de concurso para matadero de cerdos ¡Asco! Igual a la super gorda de la Betina Cellavista que vive en la planta baja. Es tan gorda que hay que abrir el portón completo para que ese adefesio celulitico pueda pasar. La hambrienta mujer es un monstruo deforme, no está un segundo sin engullir como un animal algún mendrugo.

¡Pues yo, ya estoy a dieta…!; pienso adolorida por permitir que una gorda fea, redonda y celulítica intente engullir mi cuerpazo de concurso.

Me aplico el perfume…, por aquí y por allá. Bien puestas las tanguitas verdes por si acaso el hombre hoy, ¡finalmente!, se decide a que consumemos nuestro amor carnal, sensual, sexual, total. Ya van dos largos meses de encuentros adolescentes donde no pasamos de la insulsa tomadita de mano, el besito lengüetero fugaz, casi robado en el último encuentro, diría yo; y el débil cariñito  del seno derecho, donde Cesar enrojeció como cazuela vieja cuando retiró la mano y yo para hacerme la seria, decente y mojigata le grite un «¿Y entonces? »; desaforado y estridente. Hoy le tocaría hacerme un masajito a mi seno izquierdo…, y ya… ¡si, si, si, Dios te lo pido!. Ya va siendo hora que Cesar se quite el suiche de niño chiquito y bien portado, para que entráramos en materia sexual, como gente grande y adulta. Necesito saber cómo funcionamos en el camastrón reproductivo e intenso. Quiero conocer el macho que encierra dentro de él, sus olores, colores y tamaños…, quiero conocer de frente el arma que tiene guardada para castigar mi humanidad. ¡Dios, me éxito, me retuerzo, me emociono, sólo con el pensamiento!; de lo contrario estoy perdiendo el tiempo y yo no tengo tiempo que perder, menos en materia de amoríos y quereres.

Salgo del baño con la cabeza enredada en una toalla vieja de rayas moradas y tonos mandarines, de tanto cloro barato que usan en esta casa y ¡de pronto, ¡zúas!, como posesa por un espíritu malo,  irrumpe en mi modesta alcoba de sirvienta La Susana, con sus ademanes fingidos de señorona de casa grande. Entonces, utilizando un aire de mando me ordena que asista a la junta de condominio en representación de la familia.  Luego pienso: «Ni que ir a la Junta fuese un trabajo de una sirvienta come arepas como yo», y se escapa mi respuesta rápida y contundente: «No, no, NOOOOOO. Ni lo sueñes Susana, no tengo nada que hacer, ni que decir en reuniones de condominios de gente pobre. ¿Por qué no va usted?; ¿No es usted la señora de la casa?; ¡la reina del arroz con coco?». Y luego pienso: ¿Es arroz con coco u otra comida, con pollo, será? En verdad ya no sé qué comidas son, como en esta casa solo hay arepas pobretonas, sólo hay arepas con arepas… ¡Tú me dirás!

Súbitamente, Susana hace lo que mejor sabe hacer. Me informa, me implora, casi se arrodilla y me suplica que asista a semejante despropósito de reunión en representación de la familia, a ese esperpéntico encuentro de propietarios e inquilinos, ¡URGENTE!. Que debo ir yo, pues ella se lo prometió a la vieja presidenta, hacia minutos. Con ojos suplicantes me rogó que no le fallara a la familia, que ella no estaba en condiciones mentales, ni psicológicas de enfrentar una jauría de semejante hienas condominieras, pero que yo… ¡Claro la más negrita!, era la candidata perfecta para tomar las decisiones a que diera lugar el imprevisto encuentro, pues, todos los vecinos me respetaban mucho desde el día que le arranque los dientes al fulano del pen-hause por tocarme las nalgas en el ascensor. ¡Viejo sádico, maldito!

Al escucharla, me comienza a subir la rabia de arriba para abajo, por lo que considero un abuso contra mi vida amorosa y sexual…, se me acaloran las sienes  y de pronto…, pin, pin, pin, suena el pitico de los mensajes en mi móvil de pobretona que tengo metido en el tanga. No respiro, no hablo, no argumento nada, manteniendo la toalla amarrada en la cintura, los senos saltándome sobre el pecho y el pelo mojado, amarrado en el cuello, como soga de ahorcado. Saco el bichito comunicacional y miró la pantallita a ver; ¿Qué hay? Yupiiiii ¡Es él! Es Cesar, mi Cesar. Pero me está escribiendo que hoy no puede cumplir con nuestra anhelada cita, porque según explica con palabras temblorosas que saltan en su Wuasap, su hija menor se enfermó y la lleva al médico de emergencia. ¡Que es cosa de vida o muerte!, pero que yo sigo estando en el pedestal de sus amores!. Intuyo que el sexo viene pronto en lo que la mocosa recupere su salud y retome su eterna pedidera de dinero… Todos los hijos de divorciados son iguales, sobre todo cuando la madre los manipula para extorsionar al padre y devorarle la conciencia por el abandono. Son los hijos de las garras de la manipulación, por lado y lado. Finalmente, los hombres todopoderosos terminan cancelando sus equivocaciones con dinero contante y sonante.

«Bueno un avance», pienso yo. «Al menos ya plantea el tema de la cama y el placer». Deduzco que lo del sexo también estaba en su agenda personal de esta tarde y que todo no sería caminar viendo turpiales, chupando azucarados frapes y dándonos apretones de mano. Que hoy si nos alzaríamos a mayores…, pero el destino me juega una mala pasada. Ni helado, ni paseo, ni orgasmo, ni nada…, nada de nada. ¡Dios!... cuanto deseo reprimido hay en este cuerpo serrano.

La loca de mi jefa se despide de mis aposentos y pega un alarido repreguntando por mi asistencia en la junta.

 Que sí, que si voy —; respondo en tono envalentonado y con retrechería de vagina frustrada, vespertina.

Que si voy, que si escucho y que si le cuento a la vuelta de la reunión —; rematándole la perorata con un: — CONTENTA YA  S E Ñ O R A . Hoy no es el día de mi suerte, hoy ni caramelos, ni sexo, ni mi querido Cesar rozándome el seno derecho. Me dan ganas de romper a llorar o, más bien, de patear la vida. Se me cae la toalla y mis senos brincan sudorosos como reclamándome que no hay novio, ni orgasmo…, que no hay ni siquiera una mustia chupadita de mantecado…. ¡Lloro, lloro mucho, con el rostro hundido entre mis manos! Me visto y me embalsamo en un ancho batolón floreado, que sufre de un descosido en una manga, pero no importa… voy como voy. Me amarro el cabello negro en una cola, asido al cogote y salgo con las llaves en la mano, rumbo a la incertidumbre de un encuentro condominiero de vejestorios sin oficio y sin sexo. Por el descenso interminable del ascensor plateado reflexiono sobre mi desriz y en el encarecimiento de los tientes, pinzas y dispositivos del peinado. ¡Cuánto trabajo para estirarme el greñero chicharrón y ser mujer de pelo lacio, para ser querida por Cesar!. A nadie le gusta tocar la cabeza de su amada y salir rasguñado con un cabello de alambre de negrero.

Escucho voces estridentes, alteraciones sonoras de bocas gritonas de varones y hembras, hay peleas y unas palabrotas burdelescas de prostíbulos de Barlovento… tierra ardiente y del tambor. Mi andadura desacelera hasta que llego al centro del contubernio condominiero, justo en el rellano principal de la planta baja. Es cuando la vieja cara de Baba, del 23, una tal SenPablos se encuentra en pleno acto difamatorio contra la gente de nuestra casa. Alega que Rufina…, Rufinita, mi niña Rufina, ésto y lo otro…, todo malo y que según ella verificó, la niña vomita por los rellanos, acusando que la pobre muchachita es un ave solitaria y sin control de ningún representante y que la pobrecita Rufi, en un acto de desesperación y hambruna se llega hasta las jardineras y se dedica a comer tierra y hierba seca. Ósea que la niña Rufina… ¡Mi niña Rufinita!, porque a ésa la cuido yo, es mi trabajo; anda realenga y suelta por entre pasillos peligrosos y oscuros del edificio, como una menesterosa lombriz de tierra. ¡Fin de mundo!. Y remata diciendo que la esquizofrénica de la sirvienta… la cachifa de mierda, ósea yo, me dedico al chisme y a “Sacarle cuadro” a todos los maridos buen mozos del conjunto residencial. En resumen y según ella alega a todo el mundo, yo  soy una vulgar putica de carretera.

Es, en ese instante que ardo como budare, se me sale el Barlovento, el quilombo y el negrero. Pues, una cosa es ser sirvienta y otra es ser puta. Y si yo lo fuese, está bien y a mucha honra, con una profesión milenaria, pero no, no lo soy. Pero, entonces, debe ser que soy una meretriz desquiciada que me gusta llevar el uniforme de sirvienta en la mañana y la minifalda y la tanga puesta en la noche para ejercer la prostitución frente al poste del edificio, en la acera del frente de este conjunto residencial majunche y chanchullero. Esta estúpida vieja se pasó de maraca. Fue así, como se me subió la rabia, se obnubiló mi pensamiento y se me retorcieron los puños y caminé hasta la vieja falaz, sin mediar palabra y la puse en su sitio. Todos los asistentes estupefactos presenciaron como agarré a la propietaria engreída por los cuatro pelos teñidos que le quedan en la cabeza y le estrellé la frente contra el mesón de madera, donde acontecía la plana mayor de la Junta de Condominio.

    Toma, toma y toma. Vieja indecente, envidiosa, bruja maldita, fea, asquerosa, chismosa, acomplejada, mierda…; bla, bla, bla…

La sangre le lamió el rostro a la vieja infeliz y todos los varones, allí presentes, se lanzaron sobre mí para arrancarme la presa de la mano. Entre tanto, unos gritaban y otros aplaudían…, y fue así como con el paso de los minutos, me percate que el sonido de las palmas iba creciendo. Finalmente, un fuerte aplauso resonaba por toda la planta baja. Y mientras la vieja fue arrastrada para su alcantarilla habitacional, una ola de murmullos, reuniones rápidas y pequeñas, cuchicheos y comentarios lo anegó todo. Pero la reunión término bien y en paz.

Llego al apartamento y Susana sale corriendo y preguntándome un azorado: ¿Qué pasó?

    Nada ; respondo yo.

Y luego remato con rostro de morisqueta: Te presento a la nueva presidenta de la Junta de Condominio de las Residencias “O Sole Mio” . Susana abre la boca y se lanza abatida sobre la una silla del comedor mientras Rufina, golpea el plato  de sopa como baterista moderna, inundando toda la sala con un apetitoso aroma de auyama recién cortada. Cesar en silencio y el teléfono muerto como el chisme de la loca SenPablos que ha quedado sepultada en el libro de novedades del portero. Reflexiono que en la política un poco de sangre nunca está de más.


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FIN



miércoles, 28 de julio de 2021

Sálveme doctora

 Sálveme doctora




Llego diligente y vastamente agobiado al consultorio de la doctora Rosembland por que el tapaboca me impide respirar con total libertad. ¡Tiempos de pandemia, son sinónimos del aire ahogado en la garganta!


─ ¡Calma Rufino Belmonte, calma hombre de Dios, que poco a poco se logra el triunfo! ─; me reitero mentalmente, con la mano puesta en el pecho y la mente compartida en mil funciones, acciones y emociones. Tin, Ton, Tin, Ton; suena el timbre del consultorio tal como en una Abadía inglesa. Aseméjanse a las campanas de la catedral de Caracas; me digo en las entrañas y logro sacarme un risita socarrona. “¡¿Cómo inventa la gente en sus negocios para llamar la atención y conseguir más dólares de los pacientes locos?! Mira que poner un timbre palaciego en un consultorio médico psiquiátrico. Una locura original, pienso.

Es cuando y en forma automática la puerta de vidrió se abre sola, como por arte de magia, y una inmensa planta de marca “Fortuna”, hoy de moda en todos los comercios y negocios chinos de Venezuela, me da la bienvenida. Me gusta la botánica…, es una afición que desde pequeñito he cultivado por herencia de Lolita…, mi madre…, que Dios la tenga en su santa gloria. La mata China, nombre vulgar de “La Fortuna”, se me mostró, eso sí, modesta y sin supercherías realengas. La desvalida planta no contaba con los artilugios mágicos en boga: Lacitos rojos, moneditas meciéndose por entre sus ramales y el retrato de Buda en comparsa para atraer la buena suerte, según las creencias populares. La mata China, ¡¿última novedad en botánica decorativa 2021 en un consultorio de una loquera?!; ¡Que sorpresa la mía! Luego, mi mente siempre acelerada analiza que sin trabajo no hay suerte. Y como de la nada un trémulo: 

─ pase por aquí profesor Rufino ─; corta la disciplina de mis disquisiciones sobre la suerte y la botánica.

─ Por favor tome asiento que la doctora pronto lo atenderá─; es el graznido de una mujer gorda y muy blanca, con rostro de cerdo chiquito que me asalta en la entrada. Paso sin premura y listo para salir del compromiso lo más pronto posible. Necesito el informe para completar los documentos que me sacaran del infierno venezolano. Italia es un lugar que he añorado por años y finalmente será mío. Ser profesor en Pollenzo es un sueño acariciado desde siempre en mi mente ya que….

La secretaria regresa presta con un: 
─ Por favor pasé el consultorio. La doctora lo está esperando─. Mientras me muevo hacia el salón oscuro, pienso en la necesidad de salir de ese trámite velozmente, deseando que la doctorcita no realice preguntas impertinentes, sobre mi mente, mis ansiedades, mis ansiolíticos y demás interrogatorios superfluos. Pero siento que un hormigueo toma mis piernas y sudan mis manos a cántaros a pesar del gélido bostezo que bufan los dos aires acondicionados de la oficina. La gorda secretaria, envuelta en un traje barato de poliéster y flores marrones me sigue, y me deja sentado en una tumbona larga de cuero negro. Allí, me imagino que soy un animal cuyo destino es el matadero. Desde lejos, un taconeo sale desde un ángulo del cuarto en penumbras e invade el lugar como humareda. Entonces se para frente a mí:

─ Soy la doctora Rosembland. Mucho gusto─; remata secamente y sin más adornos dulces y amables la recién llegada.

─ El gusto es mío─; respondo con voz serena e intento desperezar mi cuerpo para saludarla.

─ Por favor, no se levante. Permanezca recostado y dígame en qué puedo servirle─; apunta la doctorcita con su voz de corneta desafinada. Intuyo que esta doña tiene más de sesenta años y que alguna vez fue bonita. Lleva puesta una bata blanca que enfatiza su carácter de médico cirujano, lo que me parece bastante inusual e irrelevante para el caso que nos ocupa. Frente a mis ojos, en el ángulo derecho se refleja mi rostro sobre el vidrio que recubre su Título de Psiquiatra. Ver para creer, seguro es el lema de esta matasano de oficio. Sí, es Psiquiatra, lo que revela su condición de médico. Pues, bien, que comience la rueda, pienso con arcadas estomacales.

Inicio mi perorata y un bla, bla, bla; flota por el salón anegándolo todo a su paso lerdo. El olor de café pronto me relaja y me hace sentir en casa, mientras ella sentada en un sofá rojo, de orejas laterales, toma nota en un cuadernillo que sostiene dentro de una opulenta carpeta de cuero negro. Después de veinte minutos de mi explicación sobre la necesidad de contar con un informe psiquiátrico, la presentación sobre mi profesión y la forma en que había sido referido a su consultorio, repostó:

Psiquiatra: ─ Fue su esposa Brisa Otazzo la que organizó nuestro encuentro. Me dijo que el informe era crucial para usted y su desempeño laboral.

Yo: ─ Bueno sí. A pesar que ya estamos divorciados Brisa sigue ocupándose o más bien entrometiéndose en algunas asuntos míos. ¡Claro!, de los que le interesan a ella…; obviamente.

Psiquiatra: ─ ¿Tiene mala relación con su ex-esposa? ─; advierte la psiquiatra en tono especulativo.

Yo: ─ Bueno, no se podría decir que hay una mala relación entre ambos…, más bien diría inusual, para no alegar inexistente. Lo que sucede es que los pocos instantes en que coincidimos me logra poner muy nervioso con sus infinitos silencios. No obstante, si llegase a dirigirme la palabra, seguro estoy de sus juicios despectivos hacia mi persona. Siempre yo soy el delincuente.


Psiquiatra: ─ ¿Cómo cuáles son esos enjuiciamientos, por ejemplo?

Yo: ─ Bueno, asevera que soy infiel, desleal y traidor a pesar de reconocerme algunas virtudes. Dice que soy bonito y que bailo bien. También alaba mi angustiosa necesidad de releer “La balandra Isabel llegó esta tarde” cada mes y medio. Me dice que soy leal al arte y a los escritos de calidad venezolanos. Parece que éso le gusta de mí, lo demás no lo sé. No tengo idea.

Psiquiatra: ─ ¿Y a qué cree usted que se deban dichas calificaciones negativas?

Yo: ─ Todo ocurrió en la luna de miel. Yo le fui infiel con una mujer del conjunto donde estábamos pasándola. ¡Usted sabe doctora como son las mujeres entre el sol, el alcohol y la marea!. Lo cierto fue que al tercer día de haber llegado a la bahía, ella nos encontró en un baño de la piscina teniendo sexo, como a las seis de la mañana y ese día me juró que se vengaría. En verdad, me quiero ir de Venezuela porque de lo contrario yo creo que Brisa terminará acabando conmigo. Ella me mata…, me mata doctora… Sálveme por favor.

Psiquiatra: ─ Pero ¿qué pasó después que lo descubrió en su encuentro sexual y amatorio con su vecina en la playa?.

Yo: ─ Brisa subió al apartamento donde estábamos alojados y se puso a limpiarlo. Parece que hacer de sirvienta la relajaba y pensaba mejor. Yo llegué corriendo, tras ella, para darle explicaciones, pero me ignoró completamente…, lo cual, hace hasta el día de hoy. Si ella me ayudó con esta cita es sólo porque desea mi fracaso en el extranjero. Durante la luna de miel intenté excusarme, pero ella, con su rostro inexpugnable me advirtió que no le interesaban mis explicaciones y que tenía que estudiar. ¿Estudiar en una luna de miel? le pregunté y ella me respondió que había llevado sus libros, porque imaginaba que yo cometería alguna estupidez, tal como lo había hecho. Luego, dijo burlonamente que esperaba lo sucedido, pero que ella se había equivocado era en el tiempo de ocurrencia, pues, mis errores fueron más rápido de lo esperado. Andaba fúrica porque, según dijo, su madre se lo había advertido y hasta habían concertado una apuesta. La vieja le había ganado la partida. Ese día, terminó alegando que no la molestara con excusas de pacotilla. Me advirtió que ella sabía bien el tipo de hombre que era yo, y después de varias horas de súplica por mi parte, la mujer me lanzó un jarrón por la cabeza que si logra asestármelo me mata y me sentenció al hecho que ella se cobraría, con creces, todo el mal que yo le había hecho a mis otras esposas.

─ Que te quede claro Rufy…, soy el ángel exterminador…─; sentenció escéptica, aquella fatídica mañana asoleada cuando me encontró siéndole infiel con la vecina.

Psiquiatra: ─ Perdón… ¿y cuántas esposas ha tenido usted?

Yo: ─ Cinco, han sido cinco. Brisa fue la esposa número cinco.

La Psiquiatra en su interior se dijo: ─ Que masoquista la mujercita.

Psiquiatra: ─ ¿Y qué pasó después?; ¿Cuántos años compartieron juntos?, preguntándole entonces:

Yo: ─ Estuvimos casados por siete interminables años, tiempo en el que ella se dedicó a ignorarme sistemáticamente y a utilizarme como una suerte de mayordomo o ayudante administrativo. Yo le hacia la compra, iba al banco, le daba mantenimiento a su carro, pagaba las cuentas, ¡Claro con el dinero de ella!...; limpiaba los baños…, trabajos menores. Todo ocurría mientras ella estudiaba. Cuando la conocí ya ejercía como docente en varios sitios..., pues le encanta enseñar y compartir con sus alumnos. Dice que cada uno es un mundo y entonces aprende de cada mundo. Además, trabajaba como asesora…, incluso de personeros muy importantes en el cenáculo del gobierno. Por si fuese poco, los instantes libres que le sobraban los dedicaba a la escritura. Pasaba horas en su estudio escribiendo cuentos y relatos. Me gustaba escucharlos de sus propios labios. Su lectura tenía un sabor salado y picante que me apetecía. Inventaba mucho y contaba historias al aire. Lo hacía con tal naturalidad que a veces me parecía que no eran una fábula o una historia inventada, sino que eran salidos del mundo real.

Psiquiatra: ─ ¿Qué sentía por las actividades que desarrollaba su esposa?

Yo: ─ Celos. En principio sentí celos porque la alejaba de mí y con el tiempo comencé a sentir mucha envidia y rencor. De hecho, siento que la odio con todo mi corazón. Esta mujer se instaló en su biblioteca y se graduó de doctora con completa naturalidad, pero en el interludio escribió doce libros y no contento con ello, el propio presidente de la Academia de Letras se los publicitó en varias de sus alocuciones, lo cua,l la convirtió en un autor best seller de la nación. 

El éxito del primer libro la obsesionó y escribió muchos textos más. Así pasó de la narrativa al ensayo científico de sopetón. Nunca leí una letra para no darle importancia a su trabajo. No iba yo a ser el burrito de la famosilla…, que va.

Psiquiatra: ─ Rufino ¿qué siente hoy por su ex esposa?

Yo: ─ En verdad, doctora Rosembland, siento que la odio a toda hora, pero no puedo dejar de pensar en ella, pues en cualquier cosa que hago, ella está allí, criticándome, minimizándome, marginándome con su indiferencia. Me obsesiona pensar que no voy a verla más, ni comer lo único que ella sabe hacer bien: las tortillas de papa españolas con sobrasada; o no la escucharé tocar el piano, recitar los libros de administración o las poesías. La quiero matar por lo mucho ella me ignoró y me sigue ignorando hoy. Yo la grito, la insulto, la vejo y ella me ignora. Le confieso que una vez le fui a pegar… Mis divorcios anteriores fueron porque he golpeado a las mujeres. Pero el día que lo intenté con Brisa, ésta sacó un revólver de la nada y me lo clavó en la sien. Hasta ese día me dieron ganas de golpearla. Parecería que me estaba esperando en la acción.

Psiquiatra: ─ ¿Su padre golpeaba a su madre? ¿De pequeño estuvo usted sometido a maltratos o castigos severos en su núcleo familiar o en algún otro sitio?

Yo: ─ Nunca percibí malos tratos. En mi casa todo fue siempre paz y amor. El problema era Brisa, con su constante indiferencia, sus libros, matas, amigos y mascotas que me ignoró constantemente y eso me ofuscó. Yo me sentía como una piedra en el camino, le hablaba y siempre respondía un ¡UJU!, sin mirarme. Por favor doctora hágame un informe donde diga que no estoy loco para irme al exterior y salir de todos los malos recuerdos y del agobio en el que vivo hoy.

Psiquiatra: ─ Pero yo no puedo hacerle el informe. Yo creo que usted está muy loco…, pero loco de amor. ¿Vivir siete años con alguien que lo desprecia tanto? Es un tipo de locura ¿Por qué no mejor insiste y pide una reconciliación con su esposa?; regrese con ella.

Yo: ─ Doctora, esa mujer nunca me perdonará. Por ello tiemblo, duermo mal, me sudan las manos. ¿No podría usted recetarme un ansiolítico más fuerte para aplacar mis nervios?

Psiquiatra: ─ No puedo…, creo que aún no tiene un grado de ansiedad patológica severo y no sufre de ningún desequilibrio mental como para medicarlo. La angustia y obsesión por la conducta de su ex mujer se debe a su enamoramiento compulsivo. Presenta usted ciertos rasgos de narciso y Brisa le aplicó la medicina correcta: lo encadenó a la mayor indiferencia donde boxea con su ego. Así, lo confrontó consigo mismo, donde usted no es competente para vivir únicamente con su propio yo. El mayor dominio es del que infringe una venganza sistémica, calculada y sin sentimientos. Usted necesita público que lo admire y ella lo ignora, lo mete en una caja negra y lo tapa. Así, le ganó la pelea. Señor Rufino se le acabó su hora. Dejé su correo electrónico con mi secretaria. Pague la cuenta y en la tarde se le mandará su informe…

Yo: ─ Pero doctora ¿no me va a decir más nada? ; ¿Cómo me quito esta angustia?

Psiquiatra: ─ Buenas tardes y buena suerte.

Salgo del consultorio y aún late su voz en mis oídos. Sus palabras suenan a sentencia.

FIN

domingo, 18 de julio de 2021

 

LA GAITA DE TURMERO 2015


Título: TURMERO DE CUMPLEAÑOS

Más allá del bien y del mal

Autora: María+ Wuasare Herrera


CORO

Turmero de cumpleaños,


Todos van a celebrar

Las fiestas de la costumbre

Pronto vuelven a llegar.

 

I

Turmero está encadenada

Cuando se podrá soltar

Sucio, basura y pobreza,

Nacen en todo lugar.

A malaya esta tristeza

De no poder pasear

Sin que el alma pegue un brinco

Y el susto nos vuelva a ahogar.

Si el gobierno comprendiera

El sufrimiento del pueblo

Florecería el Lairen

Y mi amiga Maracaya

Se asomaría en el destello

De las mozas de la plaza.

 

II

Hoy le ruego a Candelaria

Patrona  por estos lares

Que movilice sus vientos

y el amor vuelva a regar.

Si los próceres reencarnan

Con ellos yo quiero hablar

Para pedir que la Patria

Pronto se vuelva a encontrar.

A malaya este jardín

Que algún día fue Turmero

Hoy perdido en humo negro

Preso del dolor del pueblo.

 

III

Confiados en nuestra gente

Trabajemos por Turmero

Devolviendo la alegría

Y el amor que se alejó.

Hoy estoy de cumpleaños

Tanto como está mi pueblo

Y apagaré muchas velas

Por la reconciliación.

 

IV

¡Soy Turmero, soy Turmero!

Fuera el odio y bachaqueo

Sin políticos ladrones

Con paz en el corazón.

Retomemos el Picacho, el Samán y el mar de Chuao

Volvamos por Cobalongo

Libres de tanto dolor.

Quiero pasear por la plaza

Al fresco del sol calmado

Disfrutando del delirio

Y la prosa del amor

Compartiendo con orgullo

Lo que Mariño dejo.